Historia: "Friedrich Fröbel, el padre de la Educaciòn Preescolar"
(Friedrich Fröbel o Froebel; Oberweissbach, 1782 - Marienthal, 1852) Pedagogo alemán. Discípulo de Rousseau y de Pestalozzi, estudió sobre todo la educación preescolar. Partiendo del principio de que la naturaleza puede manifestarse sin trabas, fomentó el desarrollo de los niños a través de ejercicios, juegos y cantos al aire libre. En 1837 creó el primer jardín de infancia. Es autor de La educación del hombre (1826).
La concepción
pedagógica y la actividad educativa de Friedrich Froebel aparecen vinculadas,
más que a las innegables inspiraciones románticas, a la corriente ideológica
moderna, que juzga al niño como "espontaneidad" y centro del proceso
de la educación. Froebel pasó la infancia junto a su padre (un grave y severo
pastor protestante) y su poco benévola madrastra. Al cabo de una estancia de
cinco años en casa de un tío, empezó a los quince a trabajar con un inspector
forestal y se dedicó, como autodidacta y de manera desordenada, al cultivo de
varias ciencias: cartografía, matemáticas, botánica, arquitectura, contabilidad
y agrimensura.
Friedrich Froebel
Descubrió su
vocación pedagógica relativamente tarde: en 1805, en Franefort, conoció a
Gruner, que dirigía una escuela según el método de Pestalozzi, y le ofreció una
plaza de maestro. Estuvo más tarde en Yverdun; allí permaneció durante dos años
con los tres muchachos de la familia Holzhausen, de los cuales era preceptor, y
profundizó de manera crítica en el sistema educativo de Pestalozzi.
Su vocación
específica de educador de la infancia adquirió aspectos precisos tras un breve
paso por las universidades de Gotinga (1811) y Berlín (1812) y al regreso de la
campaña contra Napoleón (1814), cuando ciertas circunstancias familiares le
llevaron a ocuparse en la educación de cinco sobrinos. Inspirándose en la
Escuela Materna de Comenius, fundó en Keilhau el Instituto General Alemán de
Educación (1816), que, sin embargo, decayó muy pronto.
Se trasladó a
varios lugares de Suiza y, tras unos cuantos intentos llevados a cabo en
Wartensee, Willisam y Burgdorf, estableció en 1840 en Blankenburg el primer
"Kindergarten" (jardín de infancia) alemán. Respetar la actividad
creadora del niño en un clima de libertad y en contacto con la naturaleza era
el lema de esta escuela, en la que se favorecía el juego como actividad libre,
otorgándole categoría de eficaz instrumento educativo gracias al cual el niño
desarrolla sus destrezas y conocimientos y entra en relación con el mundo.
Froebel creó
diversos materiales escolares para estimular la actividad creadora y de
observación. Son conocidos con el nombre de dones y ocupaciones, y su objetivo
es encaminar a los niños al trabajo. Junto a variados materiales para armar y
desarmar, colores, poemas, adivinanzas y juegos, constituyen el más directo
antecedente de los materiales creados con posterioridad por Maria Montessori. Después de otros
fracasos y desengaños, frente a los cuales se vio sostenido por el afecto de
dos mujeres (Guillermina Hoffmeister y Luisa Levin, con la que se casó tras la muerte
de la primera, ocurrida en 1851), reconstituyó su Kindergarten en el castillo
de Marienthal, puesto a su disposición por el duque de Sajonia. Allí moriría
Froebel, a los setenta años de edad.
El gran
pedagogo presentó de forma sistemática su ideología en la obra
fundamental La educación del
hombre (1826). En otros textos de menor importancia (cabe
recordar Canciones y
conversaciones maternas, 1843) aparece desarrollado preferentemente su
método, basado en el juego, que es visto como la actividad espontánea con la
que el niño expresa su personalidad.
La educación del hombre
Friedrich
Froebel expuso en La educación
del hombre los principios fundamentales de su concepción pedagógica,
fruto no sólo de sus meditaciones, sino también de su experiencia de educador.
Para Froebel, la educación, que comprende instrucción y aleccionamiento, tiene
por finalidad "conducir al hombre a la clara y absoluta visión de sí
mismo", y, por lo tanto, "a conocer su verdadera vocación y a
llevarla a cabo espontánea y libremente". Esta idea domina toda la obra,
que sigue al niño desde su más tierna infancia hasta la juventud y tiene por
finalidad el desarrollo de todas las facultades humanas y el perfeccionamiento
moral, puesto que todo ser está condicionado por Dios.
Según Froebel,
la educación, desde un principio, ha de tolerar y proteger, jamás obligar o
impedir la espontaneidad para sustituirla con modelos artificiales. El hombre,
en el primer período de su vida, acoge en sí la multiplicidad del mundo
exterior para hacerla suya. Froebel destaca la importancia de este momento para
el presente y el porvenir, puesto que las primeras impresiones quedan
indeleblemente grabadas en la mente humana. Lo que caracteriza a la primera
infancia es el desvanecimiento de la niebla que envuelve todas las cosas hasta
que éstas se presentan de una manera distinta, especialmente por medio de la
palabra. Las primeras tentativas de lenguaje, el desarrollo de los sentidos y
el esfuerzo para enlazar el mundo interno con el externo constituyen las
características de la infancia y son los primeros grados sobre los cuales se
apoya la educación espiritual.
El juego
ocupa una gran parte de la vida infantil: Froebel lo llama "el producto
más puro y más espiritual del hombre en esta edad". Éste debe ser
alimentado por la madre y vigilado por el padre, puesto que, en su íntima
esencia, revela la actividad espiritual del hombre de mañana. Propias de la
infancia son también las primeras tentativas de dibujar, que representan el
deseo de exteriorizar las cosas aprendidas. De la representación de lo múltiple
se pasa a la definición cuantitativa, es decir, al concepto del número: este
conocimiento eleva en gran manera la vida del niño.
Con esta
riqueza de conocimientos, el niño entra a la segunda niñez, distinta de la edad
pueril anterior, en la que el niño unía el sujeto al objeto. La segunda niñez
es la edad de la instrucción, así como la primera era la de la educación. La
instrucción es adquirida en el colegio; el niño se convierte en colegial cuando
en él se afirma la conciencia de la vida y de la voluntad, que es la actividad
espiritual del hombre conscientemente dirigido hacia un fin. Por esto la
escuela interviene como formadora del espíritu. El niño ama el juego, que en
esta edad es, por encima de todo, manifestación de la propia fuerza; por esto
ama la jardinería, a causa del directo contacto con la naturaleza que satisface
su curiosidad. Froebel se ocupa también en la obra de las materias de
enseñanza: la religión, las ciencias naturales y las matemáticas, que están
"unidas al espíritu del hombre como el alma a la religión". Se
detiene luego en la enseñanza del idioma y en el arte, expresión del mundo
interior del hombre.
La educación del hombre es notable por el apasionado
sentimiento que la informa, por el soplo de pura religiosidad que la anima y
por el ideal moderno del libre desarrollo del ser humano, es decir, por la
autonomía educativa, por la cual Froebel se muestra, después de Rousseau, como
uno de los más insignes representantes de aquel movimiento que no sólo condujo
al descubrimiento del verdadero sujeto de la educación, el ser humano libre,
sino que encontró que este mismo sujeto no es libre si no se desarrolla como
principio autónomo de su mundo interior, que no es el mundo del individuo aislado,
sino el mundo humano, es decir, el mundo de la historia y de la cultura.
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